¿Me sigue gustando el gin?
Ir al Blog

¿Me sigue gustando el gin?

16 de junio de 2025

Hace poco preparé un Gin Tonic después de mucho tiempo sin probar gin. Recuerdo que cuando era más joven, el gin fue uno de los primeros destilados que probé. Lo tomaba mezclado con jugo de naranja o alguna bebida dulce. Era fuerte, claro, pero me gustaba. O eso pensaba.

Ahora, con una relación más consciente con la coctelería, decidí volver a probarlo. Preparé el clásico Gin Tonic: hielo, gin, agua tónica, una rodaja de limón. El aroma me encantó, como siempre. Pero al primer sorbo… algo no encajaba.

No era lo mismo

El sabor seco, directo, herbal, estaba ahí. Pero no lo disfruté como pensaba. Me pareció agresivo, amargo, algo áspero. Lo tomé lento, intentando entender qué era lo que me chocaba. Y me di cuenta: me sigue gustando el aroma del gin, pero no necesariamente su sabor en estado puro.

Entonces empecé a pensar: ¿realmente me gustaba el gin antes, o me gustaban los tragos donde estaba disfrazado?

Tal vez lo que me gustaba era el dulzor

Yo siempre he preferido los tragos dulces. Como alguien que disfruta una Coca-Cola no por el gas, sino por el azúcar, creo que algo similar me pasaba con el gin: me gustaba en tragos dulces, no en sí mismo.

Lo que recordaba como “me gusta el gin”, en realidad era “me gusta cuando el gin está en segundo plano, suavizado por jugos o jarabes”. No es lo mismo.

Y eso está bien. A veces uno cree que disfruta algo, pero al probarlo de forma más directa, se da cuenta de que lo que disfrutaba era otra cosa. Es parte de conocerse.

El gusto cambia

El paladar evoluciona. Lo que antes te parecía soportable, ahora puede ser desagradable. Y lo que antes te daba igual, hoy puede encantarte.

En mi caso, creo que también influye otro factor: yo no tengo una afinidad natural por los sabores amargos. No me gusta el café, por ejemplo. Así que tiene sentido que un destilado seco, fuerte y botánico como el gin me choque un poco si lo tomo en su forma más pura.

No siento que ya no me guste el gin. Más bien, creo que tengo que volver a conocerlo desde cero, sin las ideas que tenía de antes, sin forzar una conexión que tal vez no está ahí del mismo modo. Quizás no me encante como pensaba, pero tampoco lo rechazo. Solo estoy en otro punto, con otra perspectiva.

¿Y ahora qué?

No he descartado el gin. Pero ahora sé que si lo voy a usar, será en tragos donde tenga un papel más equilibrado. Algo con fruta, jarabe o cítricos que acompañen su perfil seco sin disfrazarlo del todo. Algo que me permita redescubrirlo sin prejuicio.

Lo mismo me pasó con el Saketini cuando lo preparé por primera vez: el resultado fue muy intenso, algo chocante, pero ahora entiendo mejor por qué fue así y qué esperaba yo del trago en ese momento. A veces uno necesita pasar por esa incomodidad para entender lo que le gusta y lo que no.

Y si no vuelvo a conectar con el gin como antes, tampoco pasa nada. Como dijo alguien: “A veces no es el trago lo que te gusta, es el disfraz que le pusiste. Y eso también vale, si sabés lo que estás tomando.”